Hoy en Pasea Mundos conoceremos las experiencias viajeras de Telmo Aldaz de la Quadra Salcedo, navegante y aventurero navarro, nacido en Pamplona en 1970, hijo de arqueóloga y marino mercante y sobrino del mítico Miguel de la Quadra Salcedo. Se licenció en derecho por la Universidad Complutense de Madrid y decidió hacer caso a lo que le dictaba el corazón y eligió la aventura por encima de las oposiciones. Actualmente, dirige la expedición para jóvenes, España Rumbo al Sur y en 2016 presentó la serie Mares en Dmax.
¿Cómo fue tu experiencia televisiva en Discovery Max
grabando Telmo en el estrecho? ¿Habías navegado antes por las aguas del
estrecho de Gibraltar?
La Experiencia de la Serie Mares para Dmax hay sido una a auténtica
pasada! He aprendido muchísimo y conocido gente estupenda. Fue muy duro el
rodaje por las horas interminables y el poco espacio en el barco, pero mereció la
pena con creces; Hablar del Mar de Cádiz y darlo a conocer al “Gran público” ha
sido muy gratificante.
Había navegado ya
por estas aguas muchas veces, en barcos de vela modernos y en Carabela del SXV.
¿Habrá temporada nueva
navegando por otros mares?
Este año hicimos la serie en el
Mar de Alborán y también ha sido otra maravilla. Con diferentes personas y
aventuras pero con el mar y su gente como protagonistas. Esta vez hemos rodado
más tiempo, ya que la cadena aumento un capítulo más la serie, pero igualmente
mereció la pena el esfuerzo.
Para el año que viene ya
estamos dándole vueltas a más destinos y proyectos con Dmax, espero poderlos
desvelar cuanto antes.
Tu padre Cecilio Aldaz fue marino mercante y recorrió el
mundo a través de sus océanos ¿Él te
inculcó esa pasión por la navegación?
Papa nos contaba historias fascinantes, que en la
imaginación de un niño eran mejor que cualquier película de acción. Mi padre
era un señor muy auténtico, con una vida de personaje de novela de Baroja,
vivió, combatió y sobrevivió a 4 guerras, recorrió todos los mares del mundo,
vamos para nosotros un auténtico súper hombre.
A través de mi padre entendíamos el mar como algo natural, algo
necesario.
¿Recuerdas alguna anécdota que te contó tu padre de sus
largos viajes por el mundo?
Son muchas; desde tiburones blancos en los que encontraban
restos de coches o neveras, o historias reales de naufragios vividos por él y
donde se libraba al cortar las redes que le arrastraban al fondo con su barco
o En el Cabo de Hornos siendo arrastrados por fuertes
temporales de olas de 45 metros, o de
tsunamis en las costas del Pacífico mientras pescaban….. Miles de historias
reales que nos hacían soñar, amar y respetar el mar.
Tu madre Ana María fue una reconocida arqueóloga ¿Ella fue
la causante de tu pasión por Marruecos? ¿Qué recuerdos tienes de cuando eras
niño y la acompañabas a las excavaciones arqueológicas?
Mama era una persona única y maravillosa, adelantada a su
época; arqueóloga, espeleóloga, montañera, historiadora, viajera,
investigadora.. Todo le interesaba, en todo buscaba la belleza y la
transcendencia. Era una auténtica intelectual en el sentido más amplio de la
palabra. Tuvimos una educación nómada y nada convencional mis dos hermanos y
yo. Viajando por toda España desde los pocos meses hasta ahora. Viajamos a Marruecos
con 4 años siguiendo los pasos de los viajeros como “El Moro Vizcaíno” o el
escritor de la Generación Perdida Paul Bowles. Investigando en archivos,
excavaciones como las de Volubilis y las
de Lixus donde había excavado tiempo atrás. Investigaba también las obres de su
tío José Miguel de la Quadra-Salcedo que fue arquitecto de Tetuán durante el
Protectorado Español.
Recuerdo un Marruecos mágico y agreste, con kasbas salidas
de un cuento de Tintín. Recorríamos los pueblos del Rif con chilabas bereberes
durmiendo en las kasbas, todo el día descalzos y libres oyendo historias de
antiguos imperios, ciudades perdidas, de batallas y piratas. Fue una auténtica
aventura y siempre que hemos tenido la suerte de volver, tenemos las mismas
sensaciones que cuando éramos niños.
Eres sobrino del mítico aventurero Miguel de la Quadra-Salcedo,
reportero de guerra, atleta de élite,
aventurero incansable y creador de la ruta Quetzal ¿Qué era lo que más
te sorprendía de tu tío Miguel?
¡Todo! En mi tío todo era aventura, ilusión, novedades,
viajes, sorpresas. Siempre nos transmitió que si tienes una idea la puedes
realizar, que no hay casi nada imposible. Era un curioso enfermizo, su cabeza
siempre maquinaba algo genial. Era una auténtica fuerza de la naturaleza.
Tuviste la oportunidad de trabajar con Miguel en el mítico
programa de televisión aventura 92 y en las expediciones de la Ruta Quetzal
donde jóvenes de distintos países del planeta recorren Iberoamérica y España ¿Qué
aprendiste en esa etapa de tu vida?
Aprendí muchísimo, fue muy duro, muy muy duro, pero mereció
la pena con creces. Fue como estar a las órdenes de Hernán Cortés o Pizarro o
acompañar en su “locura” a Lope de Aguirre con sus Marañones. Tengo la
sensación y la certeza que en ese sentido fui una de las personas más
afortunadas del mundo. Viví un paso mágico a la edad madura recorriendo con el
casi toda la tierra hermana de Hispanoamérica.
Telmo en una expedición en Guatemala junto a su tío Miguel de la Quadra Salcedo |
¿Cómo definirías a Miguel de la Quadra Salcedo?
Como el último de los auténticos Exploradores ilustrados,
como un hombre predestinado. Un visionario, un soñador y un idealista.
Todo apuntaba a que no trabajarías metido en un despacho, así
que también fuiste reportero de guerra en la guerra del Zaire de 1997, viajaste
a Bosnia en 1993 en una caravana humanitaria y colaboraste en la ayuda
humanitaria en Haití tras el terremoto de 2010 ¿Qué es lo que más te emocionó
de estos lugares? ¿Hubo momentos en los que te sentiste superado por la
situación?
En esta pregunta se concentran muchos años, muchos viajes y
muchas emociones; Miles de historias y cientos de personas que me marcaron.
Pero si te tengo que citar algo, ya que es lo que más me marco, es la
abnegación, el trabajo y el esfuerzo de cientos de Misioneros que trabajan de
una forma anónima en favor de los más necesitados. En todos esos lugares me
encontré a personas ejemplares, auténticos héroes anónimos, como ejemplo una
monja navarra de 80 años recorriendo la ciudad de Kinsasa en plena guerra para
atender y trasladar a los enfermos.. y eso es solo un pequeño ejemplo de lo que
les he visto hacer. Para mi son sin duda lo mejor que tiene en este momento el
mundo.
Ha habido muchas situaciones límite en las que me he
encontrado teniendo que ingeniármelas para salvar el pellejo. Pero ese no es mi
fin, no busco el riesgo por el riesgo. Gracias a Dios el Ángel de la Guarda y
el Capote de San Fermín nos han echado una mano.
¿Cómo fue la experiencia de recorrer el Océano Pacifico
emulando la vuelta al mundo del navegante español Juan Sebastián Elcano? ¿Navegasteis en las
mismas condiciones que en siglo XV?
Ya antes había tenido la suerte de Navegar en la Carabela
del Capitán Etayo, Niña III cruzando el
Atlántico siguiendo las huellas del primer viaje del Almirante fueron tres años casi de diferentes
navegaciones del año 92 al 94. Carlos Etayo fue el mejor historiador e
investigador naval sobre los barcos del primer viaje del descubrimiento de
América. Navegando exactamente igual que en el SXV. Aprendí muchísimo y cuando
tuve también la suerte de embarcarme en la Nao Victoria por el Pacífico tuve la
oportunidad de seguir evolucionando en el conocimiento de las navegaciones de
esa época. La experiencia fue muy dura, muchos días de mar y pocas horas de sueño,
siempre atosigados por la amenaza de temporales del norte de Alaska o de mil
imprevistos. Pero me sentí de nuevo un privilegiado: Estar en medio del Pacífico
emulando y sintiendo lo mismo que sentían los marinos que estaban dando la 1ª
vuelta al mundo de la historia, fue una sensación inolvidable.
Otra de tus expediciones fue navegar por el Atlántico en
una réplica de la carabela La Niña de Cristóbal Colon en el V centenario del descubrimiento
de América ¿Un recuerdo entrañable de esa travesía? ¿El tiempo os hizo pasar
algún mal momento?
Fue una de las cosas más bestias que recuerdo. Desde
pequeños conocíamos al Capitán Etayo, ya que era navarro y amigo de mis padres.
Lo recuerdo con unas barbas blancas en su casa de Carlos III donde nos enseñaba
las diapositivas de las expediciones en carabelas que el mismo diseño en los
años 60 y 70. Para nosotros sus viajes representaban la AVENTURA con letras
mayúsculas, sin ningún marketing o aderezo grandilocuente. Era todo auténtico
de verdad. Y el haber tenido la suerte de formar parte de su expedición en el año
92 nos permitió a mi hermano Leonel y a mi aprender del mejor experto mundial
en ese campo y el haber podido cumplir un sueño que teníamos desde niños.
En 1994 hiciste una expedición por el Amazonas, donde
tuviste oportunidad de contactar con los indígenas Yekuanas ¿Cómo fue ese
primer contacto? ¿Qué es lo que más te impacto de ellos?
La Última Canoa se llamó el proyecto. Fueron años de
preparación concienzuda. Fue una autentica investigación histórica, geográfica
y etnográfica.
Pudimos contactar con ellos a través de un profesor español
catedrático en la universidad Católica de Caracas José Mª Crusent. Una
eminencia especialista en tribus indígenas
y también gracias a un Jesuita: el hermano Korta. Queríamos repetir y
homenajear a las culturas indígenas americanas.
Lo que más me impacto fue su autenticidad, su dignidad y el
orgullo que sentían hacia su cultura. Y como vivían en armonía con la
Naturaleza. Lo duros que eran, como cumplían su palabra. Pero sinceramente no
te podría poner en dos líneas todo lo que significó y todo lo que nos
transmitieron.
Navegaste por el rio Caura en Venezuela en una canoa
fabricada con medios ancestrales con el fin de llegar a Jamaica y a Santo Domingo
¿Cómo fue esa travesía? ¿Viste lugares inexplorados?
El Objetivo de la Expedición fue rememorar la primera
expedición marítima conjunta y en plena colaboración entre indígenas americanos
y gente del viejo mundo, hacer una reconstrucción exacta de los medios técnicos
y humanos de esta expedición de 1503. Revindicar la figura de las culturas
Amerindias y su verdadera importancia. Recuperar del olvido histórico la figura
del Español Diego Méndez de Zamora, un auténtico ejemplo de superación, coraje,
bondad y valentía. Y creo lo conseguimos después de muchísimas e innumerables
peripecias que darían para escribir un libro. Para resumirte; Aventura loca
hacia lo imposible con probabilidades muy altas de acabar en desastre. Que
gracias a Dios termino bien con todos vivos, magullados, delgados y agotados,
pero vivos.
Telmo en la expedición en canoa |
Actualmente eres el Director de España rumbo al sur, Donde adolescentes de 16 y 17 años tienen la oportunidad de conocer proyectos de cooperación en diferentes países de África. ¿Que aprenden en esta ruta por África los jóvenes que participan en esta expedición?
ERS Es una autentica oportunidad, un viaje iniciático, como
el que yo tuve la suerte de vivir con mi tío Miguel, donde principalmente, a
través del viaje y el esfuerzo, se conocen a ellos mismos, descubren su
vocación y el camino por el que quieren orientar sus vidas. Es un viaje duro
pero merece la pena. Solo apto para verdaderos emprendedores, inquietos y
curiosos.
Animo a todos aquellos que quieran a buscar información y a
que vean los 11 años de viajes de ERS en www.espanarumboalsur.com
España Rumbo al Sur |
Principalmente tener ilusión y ganas, no es apto para apáticos y conformistas.
¿Qué valores aprenden?
Solidaridad, esfuerzo, hermanamiento, ilusión, esperanza……
Telmo en una de sus expediciones de ERS en Mozambique |
¿Qué significa para ti viajar? ¿Crees que es un aprendizaje?
Viajar es la mejor manera de vivir intensamente, es la
mejor de las escuelas, la mejor universidad.
¿Un país que te gustaría recorrer?
Albania.
¿Una cultura que te dejo huella?
La Ye´Kuana
¿Un lugar de la selva que nunca se te olvidara?
Unas ruinas mayas perdidas y secretas que me enseño mi tío entre Méjico y Guatemala.
¿Y un Mar u Océano que no te cansarías de navegar?
El Mar de Cádiz
Para terminar Telmo, nos gustaría que nos dieras un consejo
que te haya servido a la hora de viajar.
No tener miedo y ser curioso, no tener vergüenza por no
saber y preguntarlo todo.
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