En Pasea Mundos hemos
tenido la suerte de poder entrevistar al aventurero Daniel Landa, nacido en el año 1974 en Palencia, España. Periodista y realizador de documentales como
Palencia-Singapur: el viaje de los tres océanos, Un mundo aparte o Pacifico. Ha recorrido y
explorado más de 75 países y sus documentales han tenido repercusión mundial, ya
que, han sido emitidos por cadenas tan reconocidas como National Geographic,
Univisión o La 2 de TVE. Actualmente, también co-dirige la revista digital
Viajes al pasado. En esta entrevista
conoceremos las experiencias y aventuras de un viajero
experimentado, curioso e incansable que cuenta con miles de kilómetros a sus
espaldas ¿Nos acompañáis?
En 1999 hiciste una travesía en coche desde tu Palencia
natal hasta Singapur para grabar uno de tus primeros documentales ¿Qué
recuerdos te vienen a la cabeza?
Muchísimos. Era la
ilusión de la primera gran travesía. Estrenábamos el traje de periodistas, nos
reíamos mucho, lo contábamos todo y tal vez pecábamos de temerarios. Tuvimos
momentos delicados que vivimos como una grana aventura. Ahora, con la perspectiva
del tiempo, creo que éramos unos insensatos.
¿Cuál fue tu mejor momento en ese viaje? ¿Y el peor?
¿El mejor? Es
complicado quedarse sólo con uno… cruzar el desierto del Lut, sobrevolar el
Everest, ver los ritos del Ganges, un atardecer frente a los rinocerontes a los
pies del Himalaya en Chitwan National Park… El peor momento fue encontrarse con
el ejército ruso en plena expansión de la guerra de Chechenia, justo el día en
que empezó el conflicto.
Recorristeis 51 países en dos años ¿Cómo fue la preparación
de esa vuelta al mundo? ¿Qué era lo que más os preocupaba?
La preparación de la
vuelta al mundo la llevé a cabo encerrado en una casa, en un agosto en Madrid,
con Internet y muchos mapas. Estuve un mes redactando el proyecto y 4 años
buscando la financiación. Lo que más me preocupaba mas era sobrevivir a un
viaje, aun equipo de gente, a un presupuesto exiguo durante dos años.
¿Cómo fue la convivencia, durante dos años, de las tres
personas que formabais el equipo?
Si llegamos hasta el
final es que fue buena, de eso no hay duda. Un andaluz, un argentino y un
palentino dando la vuelta al mundo parece el comienzo de un chiste. Pero lo
cierto es que pese a las tensiones propias de la ruta, nos llevamos muy bien.
El respeto es indispensable.
¿En qué países encontrasteis más problemas para moveros,
comer o dormir?
La pregunta podría
contestarla con un libro entero. Digamos que Rusia es un país complicado por
las distancias, la burocracia y el clima, pero siempre te recompensa. Para
comer, yo, desde luego no tengo mucho problema con las comidas. No se puede
salir a dar la vuelta al mundo tachando platos del menú.
Tenemos entendido que vuestra experiencia por el Amazonas
fue dura ¿Que recuerdos te vienen a la memoria?
Atravesar la mítica
BR-319 fue una de las grandes aventuras. Dormir en un coche en mitad de la
selva y escuchar el murmullo de los insectos es impresionante. Durante 800
kilómetros sólo vimos barro y selva, bandadas de aves exóticas una carretera
destartalada. Todo ello a 40 grados de temperatura.
¿Visitasteis a los indígenas Cintas largas del Amazonas?
No, tan sólo nos
acercamos a las puertas del pueblo donde vivían porque estaba prohibida la
entrada, ya que se trataba de un pueblo peligroso que ha sucumbido a la fiebre
de los diamantes y la codicia.
En cambio sí convivisteis con los indios Suruí ¿Después
de esa experiencia a qué conclusiones llegaste?
Con los Suruí sí
puedo concluir que se trata de un pueblo modélico en lo que se refiere a
conciliar tecnología y naturaleza.
¿Cómo fue recorrer África en coche?
Otra aventura. África
es muchas Áfricas. En coche es más fácil ver como cambia el continente de los
desiertos a las selvas, las sabanas, las costas… Las carreteras de tierra
convirtieron el viaje en una odisea algunas veces.
¿Tuvisteis algún problema en especial con la comida, el
alojamiento o las carreteras?
En una ocasión, al
norte de Etiopía, nos alojamos en un “hotel” que consistía en unos colchones
roídos, una puerta de hojalata y una letrina comunal. A media noche, Alfonso,
el cámara notó que el colchón estaba infestado de un montón de ratas. Sí, yo
creo que a eso le consideraría un problema.
¿Qué es lo que más te enamoro de África?
La parte salvaje, el
gobierno de los elefantes, las acacias
rodeadas de manadas de jirafas, de leones… ese mundo donde uno se siente
un intruso es muy estimulante.
De esta expedición de dos años ¿Cuáles fueron los manjares
más raros que comisteis?
El plato estrella
sería la carne de oso polar que comimos en la isla de Diomedes en el estrecho
de Bering. Además comimos carne de reno con café, salsa de termitas… en fin,
todo tipo de variedades gastronómicas.
¿Un país que te marcara especialmente?
Me fascinó Guatemala.
Me parece un destino redondo con su cultura indígena, sus templos mayas, sus
volcanes, sus playas…
Sinceramente ¿En algún momento pensasteis en abandonar?
La verdad es que no.
En lo momentos más bajos, el equipo siempre respondió hacia delante, nunca
miramos atrás.
¿Cuál fue vuestro momento más duro de la expedición?
El accidente en el
desierto del Gobi. Creo que sin duda fue el momento más dramático. Allí dejamos
de ser tres tipos en un todo terreno, para ser tres viajeros que han de
sobrevivir a la adversidad.
¿Y ese recuerdo que te perdurará para siempre?
¿Ese? Serían más bien
“esos”, y la lista es larga, muy larga. Tal vez donde se concentran todos los
grandes recuerdos de la vuelta al mundo es en el momento en que completas la
aventura. Cuando nos reunimos con nuestra gente y entiendes que esos abrazos y
esa bienvenida representan el sueño cumplido, los glaciares, las tribus, los
mares, los desiertos, las carreteras perdidas, las selvas, las adversidades,
los placeres del viaje, los nombres propios… todo cobra sentido al final del
camino.
Una frase que resuma la expedición de Un mundo aparte.
Es preciso perder el
miedo, porque el mundo está lleno de puertas abiertas y manos tendidas.
¿Cuánto tiempo tardaste en escribir el libro de dicha
expedición? ¿Qué encuentra el viajero en este libro?
No sabría calcular,
porque lo fui escribiendo casi a día a día. Después, hubo que ordenar el texto,
completar la historia durante varios meses. El lector encontrará un relato más
áspero que el que se puede ver en televisión. La parte oscura de los
patrocinadores, del mercado audiovisual. El libro habla de la magia del viaje
pero también del precio de los sueños
Tu última serie documental es Pacifico, un viaje de un año
recorriendo 50.000km desde Japón hasta Nueva Zelanda, pasando por diferentes
países que baña ese océano ¿Como surgió la idea?
Por inercia. Pacífico
fue la parte que nos dejamos en la vuelta al mundo. Descubrí que las islas
escondían menos contaminadas, culturas ancestrales. Era otra forma de viajar,
de isla en isla… pero han sido casi 50.000 kilómetros apasionantes.
Llegasteis a lugares recónditos y tuvisteis la suerte de
conocer comunidades indígenas condenadas a desaparecer ¿Cuál fue la que más te impactó?
A mí me impactó de
forma especial la tribu de los korowai. Personas que viven desnudas, en la edad
de piedra, construyendo casas a 30 metros en las copas de los árboles. Me
parece una alternativa de vida difícil de encajar en el siglo XXI. Fue
emocionante conocerles. Inolvidable.
¿Participaste en algún ritual o ceremonia que te emocionó especialmente?
Pues sí, en muchos
rituales. Ayudé a cortar la palmera con los korowai, un honor que debe llevarse
a cabo desnudo. Fuimos testigos de los sacrificios de búfalos en los ritos
funerarios de Sulawesi, tuvimos que ofrecer un par de cerdos a un chamán de
Filipinas para poder acceder a las momias de Kabayán, vimos los saltos
impresionantes del Nangol, en Vanuatu… La lista sigue.
¿Cómo describirías en una palabra los países que recorriste
en la serie documental Pacifico?
- Japón: Surrealismo
- China: Grandeza
- Vietnam: Arrozales
- Laos: Lluvia
- Camboya: Angkor
- Tailandia: Supervivientes
- Indonesia: Magia
- Filipinas: Salvaje
- Papua nueva guinea: Tribus
- Islas Fiji y Melanesia: Exotismo
- Nueva Zelanda: Paisajes
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¿Cuál ha sido tu momento más especial rodando Pacifico? ¿Y
en Un mundo aparte?
Hubo un momento
cargado de lírica que me impactó mucho: las danzas de agua que nos dedicaron
las mujeres de Vanuatu, un concierto acuático sobre un río de colores
imposibles.
¿En qué país te enamoraste de sus gentes?
En Indonesia y en
Vanuatu fue muy sencillo acercarse a la gente. Siempre te reciben con una sonrisa.
¿Una cultura que no conocías y te sorprendió?
Tengo que volver a
mencionar Vanuatu. Un país sorprendente, con ritos espectaculares y una cultura
llena de magia.
¿Montaña, mar, selva o desierto, que te emociono y
desconcertó más?
Yo me quedo con la
selva. Es un paisaje más agreste, incluso a veces asfixiante, pero está lleno
de vida y alberga algunas de las tribus más alucinantes de mundo.
¿Un país que te quede por explorar?
Muchos… pero me viene
a la cabeza uno que me atrae especialmente: Madagascar.
¿Ese país estará dentro de tu próxima expedición?
La verdad es que no.
Me pilla algo lejos de la próxima ruta, pero algo haremos para incluirlo en mis
planes alguna vez. Eso seguro.
¿Conclusiones que has extraído después de recorrer el mundo
y haber conocido tantas sociedades distintas?
Que somos más
parecidos de lo que nos empeñamos en creer.
¿En 2017 tendremos libro sobre la expedición Pacifico?
No lo descarto, pero
en principio voy a aparcar la parte editorial. Los libros requieren de muchos
cuidados, mucho tiempo y mucho cariño. Es como tener un bebé y ahora me siento
más animado a otro tipo de proyectos vitales.
Y la última pregunta Daniel ¿Que consejo
darías a los viajeros que nos leen y sueñan con llevar a cabo un viaje de este
tipo por el mundo?
Que se despojen del
miedo, que no hagan demasiadas cuentas, que abandonen las excusas y que den ese
paso. Nadie se arrepiente nunca de eso.
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